viernes, 22 de mayo de 2009

UGT, la voz de su amo

¿Dónde quiere hacer una huelga general la UGT? ¿En Andalucía, con un 24% de paro y un 25% por debajo la media de la renta per capita española? ¿En Extremadura, con un 21,75% de paro y un 36% por debajo de la renta per cápita nacional? No, nada de eso. Ni en estas regiones, ni en ninguna donde el PSOE gobierna, UGT no se plantea hacer huelgas generales. Porque allí donde gobierna el PSOE todo marcha como la seda.

Por ejemplo, Andalucía y en Extremadura, tras 30 años de socialismo, están tan avanzadas que allí el paro ha dejado de ser paro para convertirse en ocio estructural y en calidad de vida. Gracias al socialismo, en Andalucía y en Extremadura, casi el 50% de la población en edad de trabajar se ha librado ya de la maldición de Adán y Eva. Y gracias a la generosidad y la buena gestión de los socialistas, el número de redimidos del Pecado Original no deja de aumentar. El paro en Andalucía y en Extremadura es paro de calidad, fijo, estable en el tiempo y con todas las garantías. Y con la redención del Pecado Original, vicios como el consumismo están en vías de erradicación, porque la gestión de los socialistas allí donde gobiernan erradica la raíz del mal, que es el insidioso desarrollo económico.

Por eso, la UGT se plantea muy seriamente promover una huelga general en la Comunidad de Madrid, dado que Esperanza Aguirre, a diferencia de los socialistas andaluces y extremeños, no tiene ninguna intención de redimir a los madrileños de la maldición de Adán y Eva, ni tampoco, por supuesto, de atacar la raíz del mal de nuestro tiempo. Y a las pruebas nos remitimos: Madrid tiene casi la mitad de tasa de paro que en Andalucía y Extremadura, y casi el doble de renta per cápita. Además, dos de cada tres personas en edad de trabajar todavía no ha sido redimidas del Pecado Original. Y lo que es aún peor, el paro en Madrid es de una precariedad escandalosa: ni es fijo, ni es estable, ni está garantizado. Son muchos los madrileños que corren peligro de encontrarse cara a cara con un empleo por culpa de las políticas liberales de Aguirre. Tal es el atraso de Madrid comparado con Andalucía y Extremadura que nos sorprende que UGT no se haya planteado antes hacerle una huelga general a Esperanza Aguirre. A lo mejor es que UGT estaba esperando el momento más oportuno para que los madrileños tomen plena conciencia de su miserable situación comparada con la de andaluces y extremeños. ¿Y qué mejor momento que una campaña electoral? Para eso está el PSOE, digo, la UGT. Para lo que no está la UGT, digo, el PSOE, es para escuchar a quienes se niegan a ser redimidos. Como esos seis trabajadores autónomos que duermen a la puerta del Palacio de La Moncloa esperando que algún sindicalista, alguno de los 666 asesores de Zapatero, o el propio inquilino de La Moncloa se digne escucharles. Son pobres pecadores que jamás llegarán al Edén socialista.

sábado, 9 de mayo de 2009

La izquierda pesada y la industria caduca, o viceversa

Madrid es una economía abierta, la más abierta y dinámica de España, por eso es la que mejor resiste los efectos de la crisis. Y la principal característica de las economías más avanzadas del mundo, entre las que se cuenta la economía madrileña, no es el inmovilismo, sino la evolución.

Es cierto que algunas empresas desinvierten y se deslocalizan, y que otras empresas cesan en su actividad. Pero muchas otras invierten en nuestra Región, precisamente en los sectores más punteros, en los más competitivos, en los que más valor añadido crean y en los que, a medio plazo, más empleo y mejores sueldos podrán ofrecer a los trabajadores. Eso se llama desarrollo económico.

Porque, ¿alguien cree que en la Comunidad de Madrid tendríamos un PIB per cápita de 34.000 euros si nuestra industria no hubiera cambiado nada desde los años 60? ¿Alguien cree que España, a pesar de las dificultades que hoy atravesamos, sería la octava potencia económica del mundo si tuviéramos el mismo sector industrial que en los años 70? ¿Que sucedería si hiciéramos lo que PSOE-IU y los sindicatos nos proponen, es decir, petrificar nuestro sector industrial a la espera de mejores tiempos? Pues que dentro de 20 años, en el mejor de los casos, tendríamos la misma industria que hoy, produciendo las mismas cosas que hoy, y a los mismos costes que hoy. Cosas que, dentro de 20 años, nadie querría, como nadie querría pagar hoy el equivalente a 30.000 euros por un seat 600 (como no sea un fanático de los 600) o el equivalente a 2.000 euros por una televisión de válvulas de 1965 (si no es como antigüedad, claro).

El modelo de industria pesada, el de los altos hornos y los crisoles vertiendo acero líquido, las cadenas de montaje, los trenes de laminación, los tornos y las fresadoras, parece ser el hábitat natural de la izquierda madrileña, donde se siente más cómoda, quizá porque fue en ese tipo de industria donde la izquierda madrileña formó sus cuadros políticos y sindicales, en macroempresas otrora punteras y emblemáticas como Barreiros o Kelvinator. Es comprensible su nostalgia por ese modelo económico, y puede entenderse que, cada vez que una empresa industrial clásica cesa en su actividad o elige trasladarse a otro lugar, la izquierda clásica se soliviante. Pero lo cierto es que el modelo económico basado en la industria pesada fue superado ya hace muchos años para dar lugar a otro mucho más productivo, que permite dar empleo a más personas y con mejores sueldos.

Los gobiernos socialistas intentaron, en los años 80, antes de nuestro ingreso en la Unión Europea, apuntalar ese modelo económico caduco e inviable a base de subvenciones y gasto público. Y el resultado fue más paro, más destrucción de empresas y estancamiento económico. Durante 20 años, entre 1976 y 1996, no se creó en España ni un solo empleo neto. 12,5 millones de españoles trabajaban en 1976, y 12,5 millones eran los españoles que trabajaban en 1996.

De hecho, cuando los socialistas gobernaron en la Comunidad de Madrid en aquellos años, establecieron el dogma de que la economía madrileña ya no podía crecer más. Claro, no podía crecer más con el modelo económico socialista. En cuanto pasamos de una economía cerrada a una economía abierta las cosas cambiaron.

Y es que sólo hay que fijarse en la industria de los países más avanzados del mundo. Hace 30 años se dedicaban a fabricar acero y a apretar tornillos. Hoy diseñan chips y ordenadores, construyen y diseñan aviones, investigan y producen medicamentos de última generación, diseñan teléfonos móviles, diseñan automóviles, fabrican maquinaria de alta precisión, escriben programas informáticos, diseñan y producen materiales de construcción de última generación, etc. Y a eso es a lo que tenemos que aspirar los madrileños y los españoles, si es que queremos superar con éxito esta crisis. Las economías más libres, abiertas y avanzadas, es decir, las que más empleo y mejores sueldos pueden ofrecer a los ciudadanos, se orientan, de forma natural y espontánea, hacia las actividades donde son más competitivas, donde pueden generar más valor añadido, si no se les ponen trabas arbitrarias. Las reconversiones son dolorosas, pero son inevitables. Y cuanto más se posponen, más traumáticas son. Por eso, en lugar de reclamar más subsidios o de exigir que sean los Presupuestos, en lugar del mercado, los que sostengan la actividad de las empresas, es mejor dedicar esos recursos a mejorar la formación y la capacitación profesional de las personas que han tenido la desgracia de perder su puesto de trabajo y a hacer de Madrid y de España un lugar atractivo para invertir y para crear empleo y riqueza.