jueves, 9 de abril de 2009

La cofradía de la Santa Ceja

Escribo esta entrada en Jueves Santo, con la que inauguro este humilde blog, vecino de los que escriben otros compañeros del Partido Popular de Madrid que acreditan muchos más méritos y mucha mejor pluma que la mía. Por eso, prometo esforzarme al máximo para estar a su altura en capacidad de análisis, ingenio y agudeza. Al menos, les prometo no desentonar demasiado.


Empiezo por aclarar que en el título de esta entrada no hay ninguna errata: no, querido lector, no es la "Santa Cena", sino la "Santa Ceja", como está escrito. Y es que todavía hoy, en Jueves Santo, la actualidad informativa gira en torno a la crisis de gobierno que Rodríguez Zapatero ha materializado esta semana.


La cosa tiene su gracia: de una crisis que, según Rodríguez Zapatero y según Solbes, no existía, hemos pasado a una crisis galopante que, a su vez, ha provocado una crisis de gobierno de la que ha salido un nuevo gobierno para “imprimir un cambio de ritmo en la lucha contra la crisis”. Más correcto habría sido decir "algún ritmo", en lugar de "cambio de ritmo".


Solbes, el Ministro de Economía que ha materializado, por dos veces, el “milagro” de hundir la economía española, de quebrar la Seguridad Social, de elevar a cotas nunca vistas el déficit exterior y el déficit público, de dividir por dos la cotización de la Bolsa y de multiplicar por tres la cifra de parados, ya ha pasado a la Historia. Como dice el refrán, segundas partes nunca fueron buenas. Descanse el señor Solbes en paz, como era su deseo expreso y reiterado que comprendemos perfectamente, porque tantos “logros” en tan poco tiempo agotan a cualquiera.


Magdalena Álvarez, la jacarandosa Ministra de Fomento que quería ver a nuestra Presidenta tirada en la vía y colgada de la catenaria (sólo le faltó pedir que, previamente, la azotaran en el Pretorio por el milagro, auténtico esta vez, de hacer 8 hospitales, 90 kilómetros de Metro y ochenta estaciones en cuatro años) también ha pasado a la Historia. La Ministra de los hundimientos del AVE y del caos de Barajas, entusiasta de la nieve en las carreteras y en los aeropuertos, reportera voluntaria de Cuatro, y única Ministra o Ministro de la democracia reprobada en el Senado por su manifiesta incapacidad con ribetes de chulería, también se había hecho acreedora, casi desde que se estrenó en el Ministerio, a un prolongado y merecidísimo descanso. Nadie la echará de menos.


Como tampoco nadie echará de menos al efímero Bernat Soria, adalid del aborto, la eutanasia y el maquillaje curricular, a Mercedes Cabrera, ardiente defensora de la “Educación para la Zapatería” y apologista del suspenso, o al también efímero César Antonio Molina, que tuvo la ocurrencia de equiparar con los terroristas a quienes utilizan las redes P2P en Internet. Sin embargo, al cesante César hay que reconocerle dos logros apreciables, al César lo que es del César: consiguió erradicar a la iconoclasta (en sentido estricto) Rosa Regàs, que quería enviar al desván de la Biblioteca Nacional la estatua de Menéndez Pelayo. Y, con su llegada al Ministerio, dejó a su antecesora, Carmen Calvo, que fue cocinera antes que “fraila” y autora de esa frase que pide mármol “estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie” tiempo bastante para visitar lo que quede del Archivo de Salamanca y leer, con permiso del gato Jinx, las obras completas de Pixie y Dixie.


He dicho que nadie echará de menos a estos cinco ministros cesantes. Aunque quizá me he precipitado. Con Elena Salgado al frente de la economía, Rodríguez Zapatero ya no conocerá freno a ningún disparate. De hecho, Elena Salgado será su marioneta o mujer de paja (que nadie piense mal, es el título de una estupenda película protagonizada por Sean Conery y Gina Lollobrigida) pues el que aprendió economía en dos tardes quiere llevar él mismo el timón de la política económica. Aunque Solbes no tenía ni idea de cómo hacer frente a la crisis, al menos sabía por experiencia propia que los remedios socialistas contra la crisis (más gasto público y más endeudamiento) nunca han funcionado, y hasta hay que reconocerle (sin pasarse), cierta resistencia a poner por obra los disparates más dañinos que tiene Zapatero en proyecto. Elena Salgado los pondrá por obra uno por uno, dócilmente. Después de emprender sendas cruzadas contra los fumadores, los bebedores de vino y los comedores de hamburguesas, todo indica que se va a dedicar a perseguir a los parados, puesto que ya ha declarado que los desempleados merecen su más “inmediata atención”. No es de extrañar que David Vegara, que compartía con su jefe Solbes cierto conocimiento de algunos de los principales rudimentos de la ciencia económica, haya anunciado su dimisión por motivos personales. Es para salir corriendo.


Ahora le toca a José Blanco tender nuevos puentes, construir nuevos caminos y explorar nuevas vías en el Ministerio de Fomento. La verdad, José Blanco nunca se ha caracterizado por tales habilidades, ni en sentido figurado ni tampoco en sentido estricto. Lo suyo, en realidad, son los cordones sanitarios. Y es que José Blanco es la cara B de Zapatero, esa cara agria y zafia que se regodea en la descalificación pedestre y sin ingenio al Partido Popular. Alfonso Guerra, con toda su mala baba, a veces, tenía cierta gracia e ingenio. Pero José Blanco, un sectario deslustrado y desilustrado, no da para mucho más. Por eso, los únicos caminos que cabe esperar que construya Blanco, con el dinero que le dé Salgado, son los que lleven al PSOE.


Trinidad Jiménez, igual vale para un roto que para un descosido, al menos así lo debe creer Rodríguez Zapatero: vale para sparring de Alberto Ruiz Gallardón en el Ayuntamiento de Madrid, vale para futura (siempre futura) Ministra de Asuntos Exteriores y, también, para Ministra de Sanidad y Políticas Sociales. Esta mujer es un fenómeno, ya vista chaqueta de cuero o bata blanca, y no se me interprete mal. ¿Será ella, al fin, la que dote económicamente la Ley de la Dependencia y la que ponga al día la financiación de la Sanidad Madrileña de acuerdo con el incremento de población? Se me olvidaba, no estamos en Navidad, estamos en Semana Santa, que es tiempo de penitencia.


Ángeles González-Sinde sustituye a César Antonio Molina en el Ministerio de la Subvención a los pobres millonarios del cine. Ya se demoraba, como dicen en Hispanoamérica, Rodríguez Zapatero en remunerarles la campaña electoral a los del sindicato de la ceja poniendo a “una de las nuestras” al frente de la cosa. González-Sinde comparte con su antecesor el odio a las descargas P2P, a las que culpa de los problemas del cine español. No en vano, suya es otra frase lapidaria que la califica (o, mejor dicho, la descalifica) a la perfección: “Seamos todos sinceros, ¿para qué necesitamos todos una línea ADSL de no sé cuantos gigas? ¿Para mandar e-mails?”. Tiene usted razón, señora Ministra. Todos los internautas queremos conexiones rápidas, no para navegar con comodidad sin esperar 10 minutos para abrir una página web, tampoco para que las videoconferencias sean una realidad no virtual, y mucho menos para que avance de verdad la sociedad de la información. Todo eso son aviesas excusas. En realidad, queremos conexiones ultrarrápidas para bajarnos, 24 horas al día, única y exclusivamente los grandes éxitos del cine español que, no sabemos por qué extraña razón, salvo honradas y meritorias excepciones, y al contrario que el cine norteamericano, no acaban de triunfar en taquilla, aunque sí lo hacen en las ventanillas de su Ministerio. Todo sea por la Cultura.


A Ángel Gabilondo le toca el reto de situar alguna Universidad española al menos entre las 100 primeras del mundo. Somos (o éramos más bien) la octava potencia económica del mundo. No es mucho pedir. Aunque, para eso, sería necesario derogar la LOE y renunciar, definitivamente, a convertir la educación en un laboratorio de experimentos sociológicos y de adoctrinamiento al servicio del socialismo. Para eso sería necesario olvidarnos de la “Educación para la Zapatería”. Para eso, sería necesario que los profesores recuperaran su autoridad. Para eso, sería necesario pasar de curso sin suspensos. Para eso, sería necesario tomarse en serio la educación como el principal pilar del futuro de un país. Pero mucho nos tememos que Rodríguez Zapatero no ha puesto a Ángel Gabilondo en Educación para eso, sino para lo otro.


Casi me olvido de Manuel Chaves, que vuelve, después de 19 años (fue el Ministro de Trabajo al que le hicieron la Huelga General del 14-D) al Gobierno de la Nación de la mano de Rodríguez Zapatero. Y vuelve con un denso curriculum detrás: tras dejar colocados a sus deudos y parientes, tras haber creado una tupida y extensa red clientelar y tras haber creado las condiciones necesarias para que Andalucía conserve sus actuales liderazgos, Chaves ha conseguido que Andalucía siga siendo la segunda Comunidad Autónoma de España en cifras de parados, absolutas y relativas, sólo por detrás de Extremadura, y también la segunda Autonomía (por la cola) en renta per cápita. Rodríguez Zapatero le ha fichado para que le lleve la política autonómica en el nuevo Ministerio de Política Territorial. Tiene una ventaja: si Chaves nos aplica su modelo de desarrollo para Andalucía, pronto volveremos a bajar por debajo de la media europea de renta per cápita, lo que nos abrirá de nuevo las puertas de los fondos FEDER a todas las regiones españolas sin excepción.

1 comentario:

  1. Darte la enhorabuena, ese es el motivo de mi "post", que va a ser muy cortito. Y te doy la enhorabuena por el título de esta bitacorita, que ya se hará bitácora.

    No puedes tener más razón en el análisis de situación. Yo añadiría que el natural apocalíptico de los occidentales es en España, además, melodramático. Así que todavía queda un trecho hasta que la mitad razonable, la que no desea sufrir sino vivir bien, triunfe. El indígena de estas tierras tiende a seguir metiendo la pata, aunque esté hincada en una trampa y el cepo la atenace hasta partirla.

    Y yo respeto esto y voy preparando la prótesis.

    Debe ser deformación profesional, unida a mi visión práctica de la vida.

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